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  • ¿Por qué empezar con cine mudo?  

    20 febrero, 2017

     

    Todos los días contamos historias, creamos relatos y narramos situaciones haciendo uso de la palabra. Estamos habituados a utilizar el lenguaje verbal y escrito y vivimos en un contexto en el que la tradición oral tiene mucho peso. Por eso, cuando se nos plantea la idea de narrar historias sin usar las palabras sentimos que estamos ante un gran reto.

    Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, empezar haciendo cine mudo nos facilitará mucho el trabajo, ya que evitaremos la dificultad que supone la creación de diálogos y esto nos permitirá conseguir un mejor resultado. Para obtener diálogos ricos necesitamos desarrollarlos y estructurarlos bien, para que sean verosímiles, para no repetir lo que ya dicen las imágenes o para aprender a darle al público la información necesaria en el momento indicado. Los diálogos complican la interpretación de los actores y las actrices durante el rodaje y condicionan el proceso de edición y de montaje de la película por cuestiones como la continuidad de los planos y la sincronización del sonido. Así pues, si centramos nuestros esfuerzos en las otras partes del proceso cinematográfico obtendremos mejores resultados de forma más sencilla.

    Elaborar una pieza de cine mudo nos introducirá de lleno en los códigos del lenguaje visual, no verbal, y nos llevará a explorar sus posibilidades. Nos forzará a explicar una idea, a interpretar unas acciones y a expresar unas emociones concretas sin utilizar la comunicación verbal. Debemos asegurarnos de que nuestro público entienda la historia que le estamos narrando y tenemos que conseguir que se emocione con ella.

    Por ejemplo, si uno de nuestros personajes recibe un objeto, los espectadores y las espectadoras tienen que ser capaces de entender tanto el motivo por el que lo recibe como qué sentimiento le despierta este hecho: ilusión, nostalgia, tristeza, rabia, indiferencia… Esto nos permite saber si somos capaces de estructurar y narrar una historia sin diálogos y, por lo tanto, si tenemos capacidades de expresión visual. La imagen deberá estar muy bien construida y también tendremos que trabajar la expresión corporal.

    En este sentido, el cine mudo también nos es útil como ejercicio para analizar el poder de las imágenes: tenemos que aprender a captar la alta capacidad expresiva que tienen las imágenes y utilizarla a nuestro favor. Podemos jugar a identificar qué se esconde detrás de cada imagen, qué ideas transmiten un conjunto de planos según como están encadenados. No es lo mismo que un personaje entre en una cafetería pequeña, vacía, oscura y sucia que en un bar amplio, impecable, lleno de gente y de lucecitas cálidas. También podéis hacer hablar a las imágenes con el mismo ejercicio pero a la inversa: transformemos nuestra idea o un grupo de palabras en imágenes, gestos y expresiones que signifiquen lo mismo. Dicen que “una imagen vale más que mil palabras”, y el cine es una de las actividades artísticas que mejor lo demuestra.

    Finalmente, iniciarnos en este mundo a través del cine mudo hará que nos acerquemos al universo del cine y a su historia de un modo diferente. Admiraremos el trabajo de los pioneros que, como nosotros, iniciaban su singladura en el cine, un mundo en el que aprendían a medida que iban realizando sus películas.

     

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